Canaima De Carne Y Huesos

Descripción

En “Canaima de carne y huesos: diez historias de mujeres, incontables violaciones a los derechos humanos”, Jesús Piñero y Valeria Pedicini recogen las voces de quienes sobreviven a la pandemia de 2020, el Arco Minero y el aislamiento de siempre.
Un aspecto recurrente de la venezolanidad es el contraste entre la postal nacionalista y la realidad detrás de ella. Es lo que pasa hoy con el Auyán Tepui y todo Canaima, la región de la Gran Sabana, parque nacional desde 1962, que venezolanos y extranjeros veneran en imágenes por la pluma de agua más alta del planeta y por sus crepúsculos sobre la laguna. Pero ahí vive gente, y no vive bien.

“Canaima no solo es un parque nacional”, escribe Jesús Piñero, “es una comunidad que sobrevive a los embates de la emergencia humanitaria desde el corazón de la Gran Sabana… sin embargo, en el transcurso de estos últimos años, los pobladores de Canaima han resistido a la tempestad. Y en esa persistencia destaca el papel que juegan las mujeres por tratarse de una comunidad indígena que, pese a tener algunos fundamentos matriarcales, en la práctica se desenvuelve en torno a los hombres”.

Junto con la periodista Valeria Pedicini, Piñero publica en Editorial Dahbar un libro que da la voz a las mujeres de Canaima, que cada día luchan por cuidar su entorno, trabajar en lo que encuentran y aguantar la presión de los problemas de siempre y de los de ahora, en particular el vecino Arco Minero.

En Canaima de carne y huesos: diez historias de mujeres, incontables violaciones a los derechos humanos, Piñero y Pedicini recogieron diez testimonios, que entretejen en este volumen con las fotos de Christian Lazo, seguidos por un ensayo a cargo de dos especialistas en la situación de los derechos de las mujeres en Venezuela: Victoria Capriles, abogada y consultora de derechos humanos, género y migración; y Eumelis Moya Goitte, coordinadora de la Oficina del Centro de Derechos Humanos de la UCAB Guayana.

Aquí es donde uno ve en detalle lo que se dice en cuanto al trueque y el uso de las gramas de oro como moneda en el sur de Venezuela.
Estas mujeres de la comunidad pemón kamarakoto viven en una coyuntura muy específica de competencia entre la naturaleza, la fiebre del oro y el turismo que pretende ser sustentable. Es un mundo donde formas de vida ancestral coexisten con la necesidad de conectarse con internet. Un momento en que una pandemia global afecta una región muy poco poblada y desprovista de la infraestructura de salud que incluso en países industrializados se halló colapsada. Un territorio de inmensas carencias donde se reactiva un turismo al que muy pocos pueden acceder. Y una nación indígena atrapada entre el discurso indigenista oficial y la práctica de negligencia y abuso que se ejerce directa o indirectamente desde la minería y las fuerzas armadas.

Agrega Morelia Morillo en el prólogo: “Una de ellas, una madre soltera, sueña con conocer el Salto Ángel que sólo mira desde Isla Ratón, desde lejos. No lo conoce porque tiene que alimentar aún a cuatro de sus ocho hijos, por eso cambió su trabajo como camarera en un campamento turístico de lujo para emplearse como cocinera en una mina. En el paraíso terrenal es frecuente que las niñas se hagan madres antes de dejar de ser niñas”.